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La sonda espacial Voyager 1 y su gemela, la Voyager 2, fueron lanzadas con unas pocas semanas de diferencia en 1977 para realizar una "gran gira" épica por los planetas gigantes del sistema solar. Las dos sondas lograron esta tarea sin precedentes tras haber volado por Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. A finales de 2018, la Voyager 2 entró en el espacio interestelar pero siguió comunicándose con la Tierra.
Sin embargo, en marzo de 2020, la NASA se vio obligada a cerrar su único medio de atravesar los más de 19.000 millones de kilómetros en el espacio para alcanzar a la sonda: la antena de radio DSS43 del Complejo de Comunicación del Espacio Profundo (en Canberra, Australia). La semana pasada, The New York Times informó que tras 11 meses de silencio, la Agencia Espacial estadounidense activó ese canal de comunicaciones y volvió a ponerse en contacto con la Voyager 2.
DSS 43 es una antena parabólica de 70 metros que ha estado operando desde 1973. Forma parte de la Red del Espacio Profundo (Deep Space Network [DSN], en inglés), una red de antenas parabólicas en tres lugares diferentes, aproximadamente equidistantes: Canberra (Australia), Madrid, (España) y Goldstone (EE.UU.), que la NASA usa para comunicarse con su 'armada' de naves espaciales robóticas que exploran el espacio.
A diferencia de su sonda gemela, la Voyager 2 no puede comunicarse con las estaciones de DSN en España y California debido a que la nave espacial se mueve hacia abajo en relación con el plano orbital de la Tierra y solo se puede contactar con ella desde el hemisferio sur.
Hacía mucho tiempo que los expertos debían realizar reparaciones y actualizaciones de la antena DSS 43, especialmente con nuevas misiones robóticas dirigidas a Marte. Así que el año pasado, fue apagada y desmantelada, a pesar de que el cierre representaba un riesgo considerable para la sonda Voyager 2.
Por lo general, los gerentes de la misión en el Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA en California enviarían unos 30 expertos para supervisar el proceso pero las restricciones impuestas durante la pandemia de covid-19 redujeron el equipo, según reseña el medio. También se redujo el número de expertos locales, involucrado en la actualización.
Si bien la Voyager 2 pudo comunicarse con las antenas más pequeñas del sitio de Canberra durante las reparaciones, ninguna de ellas pudo enviar señales a la sonda. Si algo hubiera salido mal a bordo de la sonda durante el último año, la NASA no habría podido arreglarlo. Aunque la Agencia Espacial no ha podido enviar comandos completos a la Voyager 2 en todo este tiempo, envió un mensaje de prueba a la sonda a finales de octubre, cuando la antena se reensambló en su mayor parte.
Prensa ICS
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